Sí, por supuesto. Puedes reservar tu llamada de valoración gratuita aquí. Será un momento para escucharte, conocernos y resolver dudas. Así podrás sentir si encajamos y si este es el espacio que buscas para ti.
En la primera sesión realizamos una entrevista inicial donde exploramos tu motivo de consulta, tu historia personal y tus objetivos terapéuticos. Es normal llegar con nervios o con muchas preguntas, así que mi papel será escucharte, ayudarte a ordenar lo que estás viviendo y ofrecerte un primer marco de comprensión. El objetivo es que salgas con una idea clara de cómo podríamos avanzar.
No hay un número fijo de sesiones. Cada proceso es único y depende de lo que estés viviendo, de tu ritmo y de lo que quieras trabajar. Algunas personas necesitan unas pocas sesiones para orientarse; otras prefieren un acompañamiento más profundo y continuado. Lo importante es que avancemos al ritmo que te haga bien.
Las sesiones se establecen normalmente con una frecuencia semanal al comienzo (durante la fase de evaluación) y después, se espacian cada dos semanas con el objetivo de poner a prueba ciertos aspectos de las sesiones. Una vez logrados los objetivos, realizamos un seguimiento mensual para fortalecer los beneficios del tratamiento.
El horario de atención es de Lunes a Viernes de 9:00 a 22:00h.
El precio de la sesión depende de si es individual o bono. Puedes consultar más detalles aquí.
Si te sientes atrapado/a, es muy válido que quieras una solución rápida que te permita mejorar lo antes posible. En terapia, puedes encontrar estrategias prácticas que te ayuden a estabilizarte en el presente, y desde ahí, poder profundizar para encontrar soluciones más eficaces y sostenibles en el largo plazo.
Muchas veces, la dificultad para encontrar soluciones está relacionada con aprendizajes del pasado que limitan tus opciones. Cuando puedes entender el origen de lo que te está removiendo, estarás mejor equipado/a para tomar tomar decisiones más informadas y cambiar patrones que no te sirven.
La solución verdadera no es solo saber qué hacer, sino entender por qué haces lo que haces, para poder elegir mejor en el futuro.
Es totalmente válido sentir frustración si has buscado ayuda en el pasado y no obtuviste los resultados que esperabas. Sin embargo, cada experiencia terapéutica es única, y los cambios no siempre ocurren al primer intento. A veces, lo que marca la diferencia es el enfoque utilizado, la conexión con el terapeuta o el momento vital en el que te encuentras.
En terapia, trabajamos juntos para entender qué no funcionó antes y adaptamos el proceso a tus necesidades actuales. Mi objetivo es crear un espacio donde te sientas escuchado/a y dar con herramientas que realmente resuenen contigo.
Darte esta nueva oportunidad podría ser el paso que necesitas para avanzar.
Es completamente sano que valores tu independencia y desees mantenerla.
Pedir ayuda no significa perder tu autonomía, sino reconocer que a veces, compartir lo que sentimos con alguien preparado para escucharte y guiarte puede marcar la diferencia. Es como aprender a usar un mapa: tu psicóloga te ayuda a orientarte, pero eres tú quien decide el camino.
Es completamente normal sentir miedo si piensas en hablar de un tema que te angustia. El cerebro siente más sensación de control cuando se guarda para sí las preocupaciones, porque siente que si las exterioriza, podrían volverse más grandes o más difíciles de manejar.
La realidad es que las emociones tienen una función acumulativa, esto significa que cuando no las expresamos o las ignoramos, la carga emocional aumenta.
En terapia lo que hacemos es ir procesando los temas cuando estés listo/a y a tu propio ritmo. Las emociones difíciles se alivian cuando les ponemos nombre, empezamos a entenderlas y a poder gestionarlas desde un lugar de mayor control.
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